Estaba por la tarde sumido en mis pensamientos, dándole vueltas a que si la palabra “cabal” pudiera provenir del verbo qbal “aceptar” en árabe, y que sería gracioso que así fuera, como diciendo que ser un cabal pudiera ser una persona aceptada, y por tanto reconocida como que sabe sobre una cosa, en este caso el flamenco.
Así andaba el día,
en esas tribulaciones que quizás nunca sepamos si son ciertas o no, pero también
andaba con la certeza de querer acércarme a ver el recital, ahora sí, completo, de Perico Montoya el Chanquita, ese joven jerezano de nada más que 19 años que
ya vino a cantar a Torres Macarena y nos dejó un más que agradable sabor de
boca.
Pedro se hace
acompañar de un cuadro, joven, gente de su pandilla, todos de la misma edad, el
guitarrista Rubén Martin y los palmeros Israel López y Ángel Peña. Lo primero
que dejan ver, es que van en serio, que visten como para pisar las tablas de una
peña aportando con el atuendo el respeto que a las tablas se deben.
Otro detalle a
comentar, entre el público un cantaor de su edad, Manuel de la Tomasa. Ahí están,
ellos mismos apoyándose con su presencia.
Pedro comenzó
por Tonás como aquella vez. “Yo ya no soy el que era”, martinete y toná, que
nos recuerda a Manuel Agujetas. Después la de “Y en los barrios de Triana, no
hay pluma ni tintero”, con una voz nasal, que ataca con confianza, sabiendo que
no desentona.
Tientos
tangos. La salida es uno de sus fuertes, arriba y con brío. La voz flamenquísima,
de ese barrio de Santiago que le vio nacer. Suena en el Torres Macarena la
letra de la censura “Qué bonita está Triana, cuando le ponen al puente, banderas
republicanas”
Bulerías por solea.
Sale de nuevo con confianza, arriba, con voz firme. “Tu te tienes que entregar,
como entregaron los moros, las llaves de Tetuán”. Hoy todo parece que va a ir por Berbería. Perico lo está pasando fatal con la caló. Pero no se descentra. Sigue a
lo suyo, sudando la camisa.
El segundo
pase, empieza con mas brío. Un cartucho de alegrías (me ha gustado mucho esta expresión
de Luis Pérez), nos devuelve al ritmo, y nos mete de nuevo en su voz..
Por malagueñas
fue otra cosa. Un recital es ofrecerse entero. Es dar al menos siete u ocho estilos
diferentes, y por ello es tan difícil captar la atención del público por todos y cada uno de los estilos, Ya habrá tiempo. Con esa edad, tiene todo el tiempo
por delante, ahora, yesca para disfrutar hay, y tela.
Chanquita
pertenece a esa generación que están saliendo de magníficos cantaores, que
comienzan ahora con sus primeros recitales como dejando ese mensaje en la botella, para donde el mar del flamenco lo lleve y pa quien lo encuentre, lo lea.
Ya no es una empresa sino una realidad animo sobrinoy
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