Quizás influenciado por otrás músicas, cuando uno ve un piano se acuerda de la triste música de uno de los fenómenos pianistas de la musica popular del siglo XX como fue Bola de Nieve. Un intérprete de triste historia, que reflejó un estilo inconfundible y sin alardes, de una gran belleza.
Uno se acuerda de eso, y de cómo Martirio y Chano Dominguez supieron recuperarlo, y tambien piensa lo poco que se visita a esta figura dentro de los palos y las instrumentación propia de este encuentro entre piano y de cante que podria tener cierta prédica en cantaores más liricos.
Anoche Ricardo Miño, reconocido pianista flamenco sevillano, abrió la velada con su característica fusión de flamenco y jazz, siendo la velada más de lo primero que de los segundo. Miño, seguramente lo saben, ha colaborado con artistas de la talla de Enrique Morente y Lole y Manuel, pero a quien suena de verdad es a José Romero.
El espectáculo comenzó con dos piezas al piano: Una solea por bulería y unos tientos tangos
De Inés Bacán, ya se lo adelanto, no soy objetivo. Para mi es el último exvoto tartésico de la fertilidad. Mas allá de que por edad siempre esté al borde de la cuerda floja de la afinación, no se puede cantar mas dulce, no se puede ser más flamenca.
La de Los Pinini de Lebrija, tomó el escenario a pesar de mostrar cierta fragilidad física, Bacán demostró que su arte permanece mas intacto que los remos. Primero hizo una nana, dedicada a su hermano, que según habia avanzado, nunca antes había cantado en público. Tangos, interpretando "Si tengo frío no tengo leña" y para terminar soleá, y una milonga de Atahualpa Yupanki, sentía y negra.
Tomasa Guerrero Carrasco "La Macanita", cerró el espectáculo con su poderosa voz. Originaria de Jerez de la Frontera hizo bandera de ello. La "Macana" puede con todo y demostró sus explendidas facultades y su madurez acoplándose a un instrumento con el que lidian muy pocos artistas flamencos.
Que maravilla cuando se acercaba a ese piano con ese vestido de noche. Elegancia flamenca decimonónica.
Su actuación incluyó alegrías, unas bulerías trepidantes, malagueñas y abandolaos, seguiriyas, posiblemente incluyendo "La calle del beso". Despues Cancion por bulería, "como comer solo" de su disco de 2001, para cerrar con una bulerias jerezanisimas con ese piano. Ya ven, actuación completa que nos llevó a las dos horas de espectáculos que lo alejan del dos veces bueno.
El espectáculo concluyó con unas tonás maravillosas a duo donde echamos de más el piano, que no cabia en la incandescente fragua de esa parte del lago Ligustinus. Miño lució por alegrias. Hablaremos mas adelante de él, donde queremos verlo en un formato menos "clásico"
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