En la laguna rosácea del arte y de esta cultura, cada tiempo nos encontramos con episodios donde algún que otro ave acuática y zancuda rompe la tonalidad del buen gusto y mejor ambiente, de los lugares donde nos encontramos los flamencos y donde se impulsa a través de la cultura y la divulgación el que público no iniciado y directamente venidos de otros territorios, se pasen a ver y “consumir” lo nuestro.
Lo nuestro, una cultura de la que viven muchos, después de que saliera de las casas y de los cuartos y que en gran parte debe su profesionalización a aquellas personas que lo han investigado, que han publicado, y contado a otros. Que todo esto merecía la pena bucearlo, conocerlo y sobre todo disfrutar de una cultura que se ha hecho entre muchos, no sólo de los artistas.
Porque lo importante de una buena historia no es la historia en sí, sino como contarla, porque el quid de un buen éxito en comunicación no está muchas veces en el qué contar, sino en cómo hacerlo.
Y digo esto por el episodio manifiestamente desagradable que se vivió ayer en Jerez de la Frontera en la presentación de la fiesta de la Bulería donde se agredió al periodista David Montes.
No ha trascendido el nombre o nombres de ese o esos zanquilargos, cosa que tampoco comprendemos por parte de La Voz del Sur y El Diario de Jerez, pero quizás a todos se nos viene a la cabeza a algún que otro cantaor desabrido, y malencarado con el que el trato nunca fue displicente o simpático, sino más áspero que tragarse un higo chumbo.
Si se puede ser artista para defender una propuesta y cobrarla, también se debe tener la suficiente espalda para que a alguien no le guste. No se puede en esta vida, aspirar a gustarle a todo el mundo y por ello desearle la muerte a alguien que sigue un tratamiento de cáncer porque no te gusta tu opinión. Además un mal día lo puede tener cualquiera.
Recuerdo una noche en el castillo de Alcalá de Guadaira donde venia de estar anunciado un bailaor que había tenido un episodio más que reprobable con un fallecido de por medio. Un episodio que muchos seguimos teniendo en la memoria. Aquella noche en el Castillo fue anunciado antes de su actuación, que en aquella primera época se veía arropado por su familia. El respetable, prácticamente en su totalidad, y sin mucho aspaviento se levantó de su silla y se fue a tomarse un refrigerio al ambigú durante su actuación. Les faltó, a modo de curva norte, cantarle con sorna y en pleno saque de portería aquello de eeeeeeeeeeeeeeee…….ZANCÓN!, a modo de reprobación moral.
Ya sabremos quienes son los que remueven el fango de la ciénaga y lo que es peor, los que descolorean el magnifico color rosado de nuestra laguna que no deberiamos permitir.
Toda nuestra solidaridad desde este humilde blog con David Montes, no queriamos dejarlo pasar y dar nuestra opinión sobre esto. Mañana hablaremos de Claudia la Debla, una locura....
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