Muero con esos artistas que después de
pisar cientos de teatros, platós de televisión y grandes escenarios, son
capaces de bajar a la arena y venir a una peña a darlo todo, a exponerse sin megafonía,
a examinarse ante un público no solo entendido sino a veces un poco quejosillo.
Y no digo esto porque los peñistas y cabales seamos unos pelmas como ahora
cierta parte de la heterodoxia nos cataloga, sino porque ponemos una ilusión en
el artista que a veces nos la devuelve y otras veces, no.
Muero, con María, Mariquilla Terremoto,
con su poderío, con su puesta en escena, con la rabia y la fuerza suya y de su
estirpe…muero.
Muero con cómo abarca la escena, con cómo
crece hasta eclipsarlo todo…, con su carácter racial, su pataita, con su frente
cuando busca el tono, para descargar después en la nariz, y controlar ese
chorro de voz gigante…yo, muero.
Y una vez muerto y no esta vez de arrebato
violento sino en la paz de la alegría de haber disfrutado, solo me queda contar
algo del cante.
María, Mariquilla Terremoto, comenzó a
capela, de pie, mandando. Su elenco salió a ritmo de bulerías por soleá que luego
ella convirtió en una caña maravillosa. Caña que termina muy despaciosamente
para cerrarla por bulerías.
Luego la Malagueña del Mellizo,
heterodoxa pero hechizante, dulce y a la vez salvaje. Cerrando esos ojos verdes
para buscar el canto gregoriano de la catedral de Cádiz. Después sin descansar
unos fandangos. Ahí queda la primera parte.
El segundo pase empieza por cantiñas,
luego tangos largos y después seguiriya. De lo bueno, lo mejor. Siguen sin ser
ortodoxa. Sale por Manuel Torres pero luego escuchamos a Paco la Luz y al
Marrurro (?). La cara de los presentes lo dice todo, unos embelesaos, otros con
los ojos cerrados…
Termina por Bulerías. Inevitable ver
cosas de su padre, y escuchar cosas de su abuelo, pero también, ojo aquí, a
otros artistas mayúsculos como la Paquera. Acaba con la letra que imortabiliza el ultimo corte del "Canta Jerez" de 1967.
De lo mejor, sino lo mejor de este
año sin duda. Una ver-da-de-ra barbaridad.
Una artista por encima de la media más alta, que desde lo flamenco vemos
progresar, y mejorar.
Una luz fulgurante que ciega y eclipsa todo, como
la magnífica charla sobre Pastora Pavón que dio Cristina Cruces que nos recordó esa magna figura.
María, Mariquilla terremoto, en el
corto, sin megafonía. Un lujo al alcance de unos pocos.
Peña Torres Macarena, aforo completo y limitado
(me consta que alguno se quedó en la puerta)
Bajañí Nono Jero
Manuel Cantarote y Juan Diego Valencia
en la sinfónica del compás.
Aqui un reportaje sobre su abuelo Fernando Terremoto
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