Lo único bueno de la Bienal, es que sea cada dos años. Este es el pensamiento que me queda después de leer a Sara Aguijosobre el espectáculo Tiento Madera y la deshumanización del arte de Ortega y Gasset. Sigo la actualidad flamenca cada vez con más desasosiego sabiendo que la vanguardia está viva, pero que o no atina, o no se funda en bases sólidas.
Pero que me queda…me queda lo que llamaríamos
el flamenco resiliente, término que estando de moda, el flamenco practica desde
siempre.
Patricio Hidalgo expone “Café Cantante”
donde nos explica todo el siglo XIX del flamenco en una exposición. Otra
apuesta más de Fernando Mañes en esa pequeña pero titánica empresa a modo de galería que tiene en la calle cardenal Espínola de Sevilla y donde les exponentes siempre se explican.
Patricio confronta un siglo con su
propia expresión estética, en la que claramente destaca un eje, dos cuadros con
unas dimensiones sobresalientes, que se interpelan. Dos formas de sentir el
flamenco, antes y ahora, que se alimentan y se explican. Dos cafés, dos
ambientes que pertenecieron a dos personas que habiendo sido socios
empresariales decidieron apostar por llevar su modelo de negocio (y probablemente
de sentir) de dos maneras completamente diferentes.
Burrero y Silverio, Silverio y
Burrero. Dos cafés sevillanos que nos explican qué era el flamenco, y cómo
desde entonces sigue teniendo esa doble vida, una, donde el flamenco se representa accesorio como en esta Bienal, que es como lo entendía Burrero, o poniéndose
en el centro de espectáculo, dignificado, en alto, como probablemente lo entendía
Silverio.
Dos cuadros para explicar el
flamenco. Dos cuadros para divulgar lo que ha sido y sigue siendo, ese término
univoco que cada vez parece tener más significados diferentes según quien escriba,
o programe, o cree…
No
les miento si les digo la dificultad conceptual de la exposición y su magnífica
traducción artística, pero tampoco les descubro nada de un artista que tira el
cubo al pozo de su pasión flamenca, para
refrescar de heterodoxia y vanguardia la expresión pictórica
Pero no
solo eso hay en Café Cantante. La exposición la complementa, unas pinturas sobre
Silverio, tres intervenciones en esas fotografías de la época que conocemos, pero
que ahora son otras, y una serie permítanmelo, magnífica de mujeres flamencas
del XIX. Mujeres que siempre estuvieron, mujeres que siempre han estado.
Siempre
han cabido los dos cafés flamencos, y seguramente muchos de nosotros hubiéramos
frecuentado los dos….sin embargo, parece que solo ha quedado uno, el de Burrero,
que en este caso solo abre cada dos años.
Si
les ha quedado sin sabores con la pretenciosa laBienal…acérquense a Galeria Magasé, no se la
pierdan.
Catálogo
Comentarios
Publicar un comentario