Aquí voy a escribir esto, para acordarme con detalle, de que yo estuve allí, que yo anduve los pasos de Falla, Lorca y Zuloaga…que yo fui buscando a otros que buscaron a Torres, al Tenazas, al niño Caracol…Que no pisé el arrayán del suelo de hace cien años, pero que las altas torres de la Alhambra seguían dando un marco que solo Granada puede dar.
El festival que se realizó en el patio de los Aljibes de la Alhambra de Granada conmemora uno de los acontecimientos
más relevante de la historia de la cultura de Andalucía. Centenario de un cruce
de caminos, entre los más importantes intelectuales de la nuestra historia
junto con varios cantaores que escribieron con nombre de Oro la historia del
flamenco. Centenario de un concurso para dar un primer impulso, y además definitivo,
a nuestro arte más universal.
Cien años, el mismo día de este siglo cayó en lunes, y donde aprovechamos para hacer un recorrido por ese itinerario que nos hace comprender más y mejor la génesis de un encuentro.
Empezamos con
Pepe Habichuela, que nos hace dos piezas, unas granainas “Mi tierra” y una
soleá. ¡Que delicia escuchar a este gran maestro y recordar tantos buenos
momentos con el maestro Morante!. Desde luego un buen comienzo digno de la emotividad del momento.
Suben a las
tablas dos grandes de nuestro tiempo que son el eslabón necesario entre las
generaciones que admiramos y se fueron, y las que llegan ahora. Suben José de
la Tomasa y Vicente Soto Sordera, acompañados por los experimentadísimos
guitarras Miguel Ángel Cortés y Miguel Ochando. Sevilla y Jerez, Jerez y
Sevilla…en Graná, cien años después…Soleá por Bulerías.
Después los más
veteranos, Rancapino y Juan Villar son acompañados por Antonio Reyes. Momento más
que emotivo ya que a tenor de lo visto es posible que después del verano ya no
veamos en muchas ocasiones a estos dos grandes tótems del cante. Hacen un mano
a mano por soleá y donde Antonio Reyes intercede aportando el porqué es una gran figura del cante.
Sigue emanando
agua de los aljibes de la Alhambra, agua fresca, agua de los neveros que brota
y corre por la colina abajo del Flamenco.
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