Se preguntaba triple M esta semana en una de sus frases lapidarias de su muro de Facebook, ¿a qué huele el flamenco que no huele? y eso estuve yo rumiando toda la semana en la cabeza, a qué huele lo que verdaderamente es inodoro.
Sin duda el flamenco es algo
sinestésico, y si un tsunami no llega a los sentidos, uno se queda sin saciar,
como en una esperanza de una ilusion que no llega.
Una de las secuelas de COVID es
la falta de olfato, e igual estamos los flamencos con esa hiposmia, como efecto secundario de la deriva desnaturalizadora de los productos denominados flamencos que salen en los grandes
canales de comunicación. Porque verdaderamente, si algo es necesario, es que el
flamenco huela a algo.
Torres Macarena olía este sábado a
cuarto de cabales, a barrica de amontillado, a cantoral y faristol de caoba. Regalando su espacio para crecer, ver, escuchar y degustarse.
Marcos Serrato abrió el recital mostrando una técnica apabullante, con una facilidad nacida del trabajo, pero a la que le costó domar los caballos en la primera aparición. Después sosegó las cuerdas haciendo parecer fácil lo que no era.
Miguel de Tena comenzó por Soleá con una ayeo pronto y muy característico que le sirvió para templarse.
“Esa gitana es para mí, como la
escalera de vidrio, donde suben las penas, y donde baja el alivio”, se hizo la
soleá de Joaniquí, “cuatro son los puntalitos que sostienen a Triana”
El de Badajoz cantó serio, por
los caminos de su voz redonda y con unas facultades de las que alardea.
Después cartageneras, estando afinadísimo
y tras ellas tangos. brillando con los de la Estrella de Enrique Morente. El pase termina con unos fandangos que nos
recuerdan a Vallejo.
Miguel es el sherpa de Malory de
los cantes, no le cuesta nada subir en los tercios, y ni siquiera espera a la
tercera letra para hacerlo.
El segundo pase empieza con granainas, y mejora en las cantiñas cantando “Por la bahía las olas del mar y el viento mi barquito desafía” y después por Aurelio Seller en “Que le llaman relicario, a Cai no le llaman Cai, que le llaman relicario”. Miguel sigue el ritmo con los dos pies marcando la sincopa de las olas de la playa de la caleta.
Lo mejor de la noche vino por seguiriyas: estando muy bien en esta
primera letra que dejamos aquí en video, después hizo la de Diego el Marrurro “hijo de mis
entrañas, hijo de mi corazón”.
El recital termina por fiesta por bulerías, le llamaban Carmen, que cantó Mairena, “Las rosas y las camelias no se pueden comparâh, tú eres la Virgen del Carmen, que se adora en el altar”.
Miguel de
Tena huele a flamenco y el flamenco tiene que oler a algo. Esperemos que lo
nuestro sea una siempre hiposmia temporal y pasajera, fruto del COVID y no
estemos llegando al Anosmia.
Miguel de Tena
Bajañí: Marcos Serrato
Peña Torres Macarena
29 de enero de 2020
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