Antonio Agujetas, flamenco desde las tinieblas

Antonio Agujeta y Alberto San Miguel
Domingo 2 de Febrero de 2020
Lugar: Peña Flamenca Torres Macarena Sevilla
Aforo; media larga pero necesaria

Una fecha palíndromo como la de hoy parece siempre un buen augurio, pero cuando Antonio sube a las tablas, no te queda un ápice de esperanza. Te preguntas como tú, y sobre todo como él, compatís el mismo espacio-tiempo. Pero así es, allí estamos en la Peña Flamenca Torres Macarena Sevilla para escuchar en el exilio a este jerezano.
Y Antonio se sienta, con trabajo, y alguien le deja la cocacola zero que se ha dejado en el camerino, a partir de ahí lo inexplicable y sale ese coloso que Antonio lleva dentro. Le acompaña Antonio San Miguel que sin haber ensayado antes, lo conoce, sabe llevarlo, no en vano han grabado dos discos juntos....pero hace tanto...
Soleares, “por el hablar de la gente” y ¿a mi porque me persigue esta letra este fin de semana? Será Bernarda, quizás una de las grandes interpretes de esta letra popular. Antonio, se pelea, con todas su fuerzas, y se desgasta, su vida ha sido así, una continua pelea.
¿ Y los tangos? como se acuerda de su casa Dios mio “Quien tiene pena no duerme...” mastica los cantes, lento entre los lentos. Uno de los momentos clave de la tarde se produce con una malagueña de Manuel Torres, y que tan bien hacia su abuelo, que comienza a apuntalar una actuación para minorías. “voy a buscar la flor que amaba..”, rematando por el mismo “Entré en el jardín de Venus”, mas rancio ya no se puede.

Nos vamos al descanso detrás de unos fandangos. Nos da para hablar todo el descanso y sobretodo para saber que haga lo haga, el bueno sabor de boca no iba a ser posible que nos lo quitara.
Arranca el segundo pase con un taranto; “Porque ya no puedo mas/ la fuerzas me van faltando” no puede haber mas conexión entro lo visto y lo cantado. Antonio se retuerce en la silla de nea, como incómodo en la batalla, y los demás absortos y a la espera del remate.
Sigue con una esperadas seguirillas de Pastora Pavon, “a mi me habían dado las doce”, rematando por “tu te fuiste de mi verita” de su abuelo, seguirillas cortas, agarraitas por las riendas, pero de un regusto infinito.

Quedan dos palos, y uno no sabe como de ese cuerpo se reúne tanta energía, Tonás; “cuando la lunita crece y mengua/ y el sol siempre en su cenit”, termina por Bulerias, maravillosamente, pero ya todo da un poco igual, el trabajo estaba hecho y los principio bien fundamentados y expresados. Cante y de quilates. Regueros de flamenquería.

A Antonio no se le ven los ojos, las sombras de sus cuencas te da el color de los soníos de su garganta. Para terminar dejamos una pincelaita del disfrute de este día con Antonio por fandagos. Gran tarde de cante.

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